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IMÁGENES DE LA CULTURA REGIONAL:
LA BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD EN EL TEATRO BRASILEÑO
André Carreira
Universidade do Estado de Santa Catarina
Para abordar la búsqueda de identidad realizada por el teatro brasileño
es necesario intentar delimitar el concepto de identidad que operó
como referencial en el proceso de consolidación del teatro brasileño.
Si bien es cierto que el concepto de identidad definido por la "ocupación
de un territorio y formación de colecciones - de objetos, de monumentos,
de rituales - mediante las cuales se afirmaba y celebraba las signos distintivos
del grupo" (Canclini, 1995:19), ya no explica con la suficiente contundencia
el proceso formador de identidades grupales y/o regionales, es posible
visualizar en los contextos culturales nacionales en transformación
la persistencia de zonas culturales regionales. Zonas culturales estas
que definen sus procesos culturales como parte del movimiento planetario
de interculturalidad. Contexto cultural regional es más que un
simple campo de delimitación de la producción folklórica
residual de una determinada región. Entiendo por contexto cultural
regional la intrincada red de relaciones y vínculos socio-culturales,
que definen las prácticas culturales identificadas por sus propios
realizadores como un corpus delimitado. En este contexto incluyo, desde
los referenciales dialetales, la producción simbólica, hasta
las prácticas alimentares, sin olvidar las redes de relaciones
socio-políticas (Carreira, 1996). Este contexto es definido, más
que por los componentes socioespaciales, por los aspectos socioeconómicos
de la identidad (Canclini, 1995). Utilizo la idea de regionalidad para
referirme a regiones desplazadas del eje metropolitano del país.
En el caso del Brasil hago referencia a contextos culturales excluidos
de la megalópole en formación que componen las ciudades
de Rio de Janeiro y São Paulo. En este contexto la identidad se
da por el reconocimiento de referenciales culturales asumidos como propios
que funcionan como vetores de coesión y agrupamiento de sociocultural,
permitiendo que determinado grupo establezca un universo de pertenencia.
Buscar esta delimitación de estos conceptos (contexto cultural
regional e identidad) en las circunstancias culturales de lo que se dió
llamar la "globalización" es de por sí una tarea
de dificil realización. Intentar hacerlo en el contexto de un sistema
teatral constituido encuanto estructura periférica de modelos teatrales
consolidados, es decir, basado en las formas del teatro europeo, supone
considerar inicialmente un marco de identificación básico
que posibilite el trabajo conceptual. Por eso estoy obligado a partir
de la idea del teatro brasileño como un conjunto identificable,
apesar de ser consciente de que eso no refleja más que un artificio
instrumental.
Analisando la historia del teatro brasileño en las cuatro últimas
décadas del siglo XX podemos observar que este vive un proceso
de búsqueda de identidad. El fenómeno fundamental de la
vida teatral brasileña ha sido los diferentes intentos por consolidar
una identidad para nuestro teatro, desde la dramaturgia a la puesta en
escena, pero, principalmente en lo que se refiere a este segundo aspecto.
Desde los años 40, a partir de las actividades del Teatro dos Comediantes(1)
con el director polones Ziembiski al frente, diversos movimientos teatrales
trataron de dar cuenta de una posible identidad para el teatro nacional.
La identidad, es decir, los parámetros utilizados para definir
esta identidad, han variado absolutamente a lo largo del tiempo. Diversos
parámetros han sido propuestos para esta tarea. Estos van desde
la utilización de temática nacional y/o dramaturgia nacional,
del uso de temáticas comprometidas con transformaciones políticas
y sociales consideradas necesarias por corrientes políticas de
izquierda, hasta la relación con las raíces del folklore
y de las consideradas culturas populares.
El movimiento permanente del teatro brasileño en búsqueda
de identidad, decorre del hecho de que este nació como fruto de
la implantación arbitrária de modelos de culturas matriciales
que dieron origen a una cultura híbrida en el suelo de la Colonia.
Si la cultura brasileña es efectivamente síntesis de los
procesos más conturbados y violentos propios del proceso de colonización
y de lucha por la independencia y del entrecruzamiento de culturas tan
díspares como la negra, la indígena y la blanca, el teatro
brasileño, es decir, esta clase de fenómeno cultural que
solemos llamar teatro, es casi exclusivamente articulado a partir de los
modelos europeos. De ahí la permanente preocupación de los
realizadores del teatro brasileño por encontrar un referencial
de identidad. Perceber la descontinuidad del fenómeno teatral con
relación a los fenómenos culturales dominantes conduz a
los interrogantes acerca de ¿cual es realmente el teatro que se
hizo y se hace en los escenarios brasileños?
En 1967, el actor e investigador Fernando Peixoto afirmaba en un artículo
publicado en Partisans que "...la ausencia de una tradición
e de un teatro institucionalizado tiene un aspecto positivo, en el sentido
que nutre el entusiasmo y la investigación" (Peixoto, 1969:
95). Más adelante, en el mismo texto, Peixoto argumenta que la
juventud del país y de aquellos que hacian teatro justificaba amplias
y promisoras expectativas para el futuro del teatro, a partir de la grande
carencia de modelos y referencias, también relacionaba las posibilidades
de construción de un teatro nacional con el proceso sociopolítico
del país. Es decir, aun en los sesenta, después de veinte
años de la llamada modernización del tearo brasileño,
un destacado representante del Teatro de Arena consideraba la identidad
como una cuestión abierta.
Los poetas modernistas y su irracunda manifestación llamada Semana
de Arte Moderna propusieron desde diversos puntos de vista la cuestión
de la identidad nacional y reivindicaron ferozmente la idea de nación
como referencial para los artistas. La consigna de la "antropofagia",
es decir, "comerse el producto cultural foraneo para deglutirlo y
digerirlo, produciendo la verdadera cultura nacional", ya comprendia
nuestra cultura como síntesis, sin embargo, los poetas que propusieron
tales ideas y hasta produjeron textos teatrales como "O Rei da Vela"
, "A Morta" y otras, no tuvieron impacto en la escena, sino
hasta cuarenta años después de la mano de directores que,
superando cánones europeos, intentaron construir nuevos discursos
teatrales fundados en el intento por llevar a la escena espectáculos
fundamentados en una idea de "brasilidad".
Cuando en 1969 el director José Celso Martinez Côrrea llevó
al escenario "O Rei da Vela", en una puesta en escena radicalmente
comprometida con los conceptos modernistas de Mario y Osvald de Andrade,
poniendo el teatro en consonancia con el proceso impulsionado desde el
universo de la música popular brasileña por Caetano Velloso,
Gilberto Gil y lo demás representantes de la llamada "Tropicalia",
utilizó un texto modernista para, provocativamente, surgerir que
el desorden estético llevado a la escena representaba fidedignamente
la cultura brasileña caótica y híbrida en todos sus
aspectos, en las palabras del crítico Bernard Dort "un apelo
rabioso y desesperado en dirección a un teatro: un teatro de la
insurrección" (Apud Da Silva/ Guinsburg, 1992: 104). El sentido
de carnavalización presente en la puesta en escena representaba
el intento más claro de llevar para el interior del edificio teatral
lo que seria el elemento fundamental no solamente de la espectacularidad
de la cultura brasileño, sino, la clave para comprender los procedimientos
culturales más generales del país, desde los sectores subalternos
de la sociedad hasta las capas dominantes del "establishment".
Por eso, los personajes navegaban permanentemente en un clima de carnaval
y estaban articulados como figuras de un universo propio de la fiesta
caricata. La constituición de esta identidad estaba dada por la
utilización de un complejo conjunto de imágenes relacionadas
con las prácticas creadoras del carnaval. La reutilización
de elementos, la sobreposición de materiales textiles, la resignificación
de objetos de uso cotidiano, la parodización de los gestos sociales.
La elección de un conjunto de imágenes consideradas "kitsh"
en el contexto de la cultura culta, pero, asumidos como comunes en el
marco de la fiesta del carnaval.
Sin embargo, la experiencia de José Celso, siguiendo a los modernistas,
propuso una identidad que insistia en considerar el Brasil como un universo
multiplo definido por la relación de las diversidades, pero, que
al fin era caracterizado como uno: un sólo país, una sola
lengua. La idea que permeó esta puesta en escena fue una concepción
de la cultura nacional a partir del referencial cultural propio del contexto
del director, y hasta mismo de del autor del texto teatral. Apesar de
reconocer diversos elementos culturales oriundos de regiones como el Norte
y el Nordeste del país, los referentes decisivos fueron la cultura
y los cuestionamientos de la intelectualidad afincada en las dos grandes
ciudades brasileñas hasta la década del 70 (Rio de
Janeiro y São Paulo). Esta propuesta desconoció que apesar
de la existencia de una definición de territorialidad y de una
nacionalidad (constituida por un régimen legal y político,
y por una unidad idiomática), las diferencias culturales y las
distancias que separan los grandes centros urbanos del país fomentaron
la consolidación de nucleos culturales, o mejor, regiones culturales
que se distinguen drasticamente de los modelos culturales que poderíamos
considerar dominantes como los del eje Rio-São Paulo. Apesar de
que este eje refleje elementos de estas regiones culturales la "cultura
nacional" seria una entidad imposible de ser identificada con precisión.
En su lugar encontrariamos culturas regionales relacionándose multifacéticamente,
sin constituir claramente un universo comun.
Aqui cabe emprender la definición de Contexto cultural regional.
Si, como lo afirma Fredric Jameson, "el posmodernismo es el campo
de fuerza en que tipos muy diferentes de impulsos culturales - formas
residuales y emergentes de producción cultural - tienen que abrirse
camino" (Jameson, 1991: 21), la cultura regional sólo puede
ser comprendida como parte del mismo fenómeno; como cultura que
busca colocarse como alternativa en el vorágine que transforma
los productos estéticos en bienes de consumo en el marco de "la
frenética urgencia económica por producir nuevas líneas
de productos de aparencia cada vez más novedosos a ritmos de renovación
cada vez más rápidos" (Jameson, 1991: 20). La producción
cultural regional es una articulación de resistencia al sistema
de la lógica cultural dominante o de la norma hegemónica.
Por lo tanto, la producción cultural regional es estructurada en
cuanto discurso marginal. Esta condición de marginalidad determina
que esta producción se oriente por un permanente accionar con miras
a conquistar un lugar en la constelación de los circuitos culturales
identificados como dominantes.
Apesar de constatar esta aproximación globalizadora facilitada
por las comunicaciones y por el impulso acelerado de las prácticas
político-mercadológicas, es necesario reafirmar que subsisten
espacios de aislamento cultural que están dados, principalmente,
por la radicalización de las diferencias económicas que
el propio proceso de globalización provoca. Conforme Lins Ribeiro
afirma "el achicamiento del mundo revela intensamente que la dinámica
es de crear homogeneidad y heterogeneidad simultaneamente. Es como se
fuera una capacidade de reproducir la diferencia al mismo tiempo que crea
la semejanza" (Lins Riberio, 1995:16). El modelo cultural resultante
de este proceso, pese a ser un modelo en formación, indica una
práctica discursiva que reafirma constantemente la desaparición
de las barreras para la comunicación. Pero, es claro que las agudas
diferencias económicas son generadoras de dificultades para que
el acceso a la información resulte en prácticas culturais
equivalentes entre los pólos de la escala social. Así, los
núcleos culturales que ocupan el lugar de periferia pueden reconocer
las referencias del discurso cultural dominante, pero, no acceden a los
intercambios de prácticas teatrales con la misma facilidad con
que se informan sobre los eventos que circulan en el ámbito de
las cabeceras dominantes de las redes culturales.
En este marco se destacan en los años 80/90 diversos
intentos por buscar la identidad teatral a partir de un universo imaginético
regional. Los directores responsables por este proceso significativo en
el teatro brasileño están comprometidos con el reconocimiento
de su contexto cultural regional y lo toman como elemento definidor de
sus proyectos estéticos.
La construcción de textos espectaculares apoyada en procedimientos
de identificación de repertorios de imágenes se han hecho
presentes con frecuentcia en la obra de Gabriel Villela, Antônio
Nóbrega, Romero Andrade y otros.
Opuestos a la estética de directores como Gerald Thomas, que explicita
en sus puestas en escena todos los signos de contacto con el universo
imaginético propio de estéticas asumidas por los ejercicios
teatrales contemporáneos europeos o norteamericanos, los directores
que toman como referencial sus contextos regionales construyen sus puestas
en escena apoyados, fundamentalmente, en lo podríamos llamar "colecciones"
de objetos que establecen la conexión con el universo cultural
y con toda una red de siginificaciones que propician el ejercicio de la
identidad.
El Grupo Galpão y el trabajo de Gabriel Villela
El Galpão es un grupo que fue creado en la ciudad
de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, por un conjunto
de jóvenes interesados en emprender una aventura teatral que los
llevara más allá de la rutina del teatro amateur de la ciudad
o que les permitiera construir un trabajo alternativo a la dependencia
de la publicidad y de la televisión. Impactados por el contacto
con directores relacionados con la ideas de la "Antropologia Teatral",
los miembros del Galpão se propusieron constituir una estructura
grupal que diera cuenta de posibilitar un trabajo de experimentación
y entrenamiento permanente. Inicialmente la agrupación elegió
el espacio callejero como espacio escénico. Suponian, entonces,
que la calle era el mejor lugar para establecer un clima de investigación
que los condujera a un teatro alejado de los cánones teatrales
contra los cuales el grupo se postulaba.
La consignia principal del grupo fue experimentar en busca de calidad
escénica. Así, el foco de la actividad grupal estuvo depositada
en la preparación del actor. El grupo priorizó el actor
de tal forma, que no contó en sus cuadros con un director de escena.
Toda su actividad empezó a generarse independiente de la conceptualización
de projectos de puesta en escena. Por eso, el Galpão siempre dependió
de directores invitados para poder llevar a la escena espectáculos.
La relación entre Gabriel Villela y el Galpão se dió
por ocasión de una de las tantas búsquedas de directores
que el grupo emprendió. Villela se aproximó al Galpão
y su primer proyecto fue "Romeo y Julieta" de W. Shakespeare.
Tomaré el proceso creador del Grupo Galpão y el director
Gabriel Villela como práctica ejemplar de la busqueda de identidad
teatral a partir de articulación de signos del contexto cultural
regional.
El primer aspecto interesante a resaltar es que esta práctica no
es dependiente de un tipo definido de texto teatral. Parodoxalmente, Gabriel
Villela inaugura su relación con el Grupo Galpão con la
puesta en escena de Romeo y Julieta e instala un proceso de investigación
en torno a los fundamentos de una cultura teatral regional que funcionase
como sostén de la práctica contemporanea y elemento clave
de nuevas relaciones con el público.
Construida sobre la base iconográfica de las residencias humildes
del interior del estado de Minas Gerais. Romeo y Julieta se estrenó
en las calles de la ciudad de Ouro Preto, en el interior de Minas Gerais,
una ciudad construida en el auge del barroco brasileño, y hoy patrimonio
histórico mundial. Eso no fue una casualidad. La puesta en escena
de Villela fue construida bajo una fuerte preocupación por "regionalizar"
el texto shakespeariano. Utilizar como escenografía, en el estreno,
la arquitectura barroca mineira con su aura de marco cultural estuvo claramente
relacionado con un proyecto de búsqueda de una identidad.
Villela contó la tragedia shakesperiana en un espacio callejero
delimitado por diversas secuencias de objetos declaradamente "kitsh"
articulados por un vestuario cuyos colores remetian a los matices predominantes
las casas del interior "mineiro". Las flores de plástico,
las imágenes de loza, se sumaban a referencias a los pequeños
circos interioranos, componiendo un marco simbólico que remtia
al universo de la cultura "mineira": barroca y popular.
El elemento propulsor de la composición del espectáculo
es la utilización de las imágenes en cuanto elemento aglutinador
del universo cultural. Son ellas que conducen todo el proceso de aproximación
del texto al contexto cultural y consecuentemente es producido un texto
espectacular en el cual la asistencia identifica una idea de "brasilidad".
Sin embargo no se puede dejar de decir que la puesta en escena también
contaba con una experiementación en lo que se refiere al texto
dramático, pues, fue introducido en la voz de un narrador un texto
que operaba como conector. Este texto fue elaborado a partir de referencias
dialetales propuestas por el escritor "mineiro" João
Guimarães Rosa. Para el espectador comun, que realizaba una lectura
no intelectualizada del espectáculo, la referencia a Rosa pasaba
absolutamente desapercebida, pero, sin perder el referencial de identificación
de una "mineiridad" sonora.
El trabajo de investigación iniciado por Gabriel Villela con Romeo
y Julieta, tuvo repercusiones posteriores en la puesta en escena de A
rua da amargura/ 14 passos lacrimosos sobre a vida de Jesus (textos de
Arildo de Barros sobre la obra Martír do Calvário de Eduardo
Garrido), en la cual el director profundizó la experimentación
con las imágenes regionales y alcanzó exponer en la escena
las posibilidades de constitución de una identidad teatral a partir
de la relación entre las pautas técnicas del modelo teatral
consolidado y, no apenas las referencias a la iconografia regional, sino
el empleo de esta iconografia como referencia impulsionadora de la construción
del discurso teatral.
A rua da amargura presenta un paso a más en la búsqueda
por integrar el lenguaje del Grupo Galpão con la esencia del Circo-teatro.
Por eso, la elección del melodrama como texto soporte de la investigación.
El texto original de Eduardo Garrido fue una especie de símbolo
de circo-teatro en las primeras décadas del siglo, y fue persistentemente
puesto en escena por los circos que circulaban por el Brasil, durante
las fiestas de Semana Santa.
La visualidad de A rua da amargura fue construida apoyada en la interrelación
de una amplia gama de elementos culturales diversificados que expresan
cabalmente el universo visual de Minas Gerais. Entre ellos es interesante
citar los personajes del circo, la figura del pesebre (hay en escena una
maqueta del Pesebre Pipiripau de BH), y las aproximaciones a la estatuaria
del Aleiladinho (Antônio F. Lisboa). La narrativa del episodio biblico
está apoyada en una compleja lista de citaciones que, haciendo
referencia a nuestra tradición judaico-cristiana, se utiliza del
repertorio visual del barroco mineiro para establecer los referenciales
religiosos que hacen contrapunto con la comicidad inerente del circo-teatro
y de la parodización del melodrama.
En ambos espectáculos del Grupo Galpão los procedimientos
utilizados por Villela están basados en la selección de
un conjunto de imágenes que tienen la capacidad de sintetizar elementos
claves del contexto cultural regional. Apoyado en esta selección
el director crea lenguajes visuales en el plano escenográfico,
el el plano del vestuario, y en el plano del maquillaje. Estas secuencias
adquieren caracter simbólico y establecen diferentes puentes de
significación proponiendo al espectador un universo escénico
facilmente identificable, pero, al mismo tiempo bastante sugestivo, que
abre la posibilidad de una relación profunda entre el lector y
el texto espectacular, aun cuando este lector no pertenezca al universo
cultural del cual nace el espectáculo. Eso ocurre porque el lector
exógeno puede identificar un recorrido de signos por el cual navegar
construyendo, aun cuando no tenga la suficiente competencia para descifrarlos
completamente, porque dentro de la secuencia signia elaborada por Villela
existen elementos referenciales que manteniendo la regionalidad extrapolan
la misma. El director completa la composición de su partitura escénica
proponiendo algunas citaciones que hacen referencia a otros contextos
culturales logrando abrir así, la posibilidad de que el espectador
establezca una serie de conexiones simbólicas.
La polarización entre una identidad nacional y identidades regionales,
donde a la "carnavalización" son opuestas imágenes
de universos próximos al ecletismo religioso y a los mitos regionales
se manifiesta como un fenómeno en el cual el teatro de Villela/Galpão
se presenta como parte de un proceso sociocultural que se da tanto al
nivel de la producción cultural en un marco intelectual como en
lo que podríamos llamar "popular".
Para finalizar, es interesante proponer como hipótesis para la
reflexión, si este fenómeno en realidad no se presenta en
cuanto contrapunto al movimiento que se observa en los medios de comunicación
de masas que invierten permanentemente en la consolidación de un
concepto de "brasilidad" con amplitud nacional.
Notas
1-Ver "Os Comediantes: dos primórdios ao
auge", capítulo 3 del libro Ziembisnki e o Teatro Brasileiro
de Yan Michalski. Fausto Fuser y Jacó Guinsburg afirman referiéndose
a la década del 40, que "La renovación del teatro brasileño
ococrrió como resultado de la acción de decenas de intelectuales,
críticos, artistas, periodistas y dedicados amateurs. Pero, por
otro lado, es facil entender por que un teatro como el nuestro, proveniente
de una larga tradición de dependenia de las raíces europeas,
al asumir los primeros trazos de identidad propia luego encontró
un nuevo toten: uno de aquellos cuatro poloneses llegados aqui al acaso".
Referencia la director Zbigniew Ziembinski (Fuser/Guinsburg,1992).
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